Carta a Filemón

Introducción general y comentarios al texto

Introducción

Autor, fecha de composición y destinatario de la carta. Por el tema, tono y estilo, esta breve carta es aclamada como una pequeña joya de Pablo. Se supone que fue escrita desde la prisión de Roma, entre los años 61-63.

Filemón era un cristiano de buena posición, quizás convertido por Pablo. Su esclavo Onésimo se había escapado, por alguna culpa, y había ido a parar a Roma, donde Pablo le ofreció refugio y lo convirtió. La fuga de Onésimo era delito por el que incurría en penas graves, y Pablo podía resultar cómplice.

Pablo no intenta resolver la cuestión por vía legal, aunque sugiere que está dispuesto a compensar a Filemón. Tampoco intenta cambiar la estructura jurídica de aquella época y cultura, pero traslada el problema y su resolución al gran principio cristiano del amor y la fraternidad, más fuerte que la relación jurídica de amo y esclavo. Si Filemón ha perdido un esclavo, puede ganar un hermano, y Pablo será el agente delicado del cambio. 

Comentarios

1-3 Saludo. La carta a Filemón, la más breve de las cartas de Pablo, es una pequeña joya de tacto y discreción que nos desvela toda la calidad y ternura humana del corazón del Apóstol. Incluso desde el punto de vista literario es de las mejores que han salido de su pluma. 

Aparentemente se trata de una carta privada que concierne solamente a Filemón, a Onésimo y al mismo Pablo, pero por el número de personas que aparecen, siete en total, ya sea como remitentes o como los que envían saludos en la despedida final, parece como si el autor quisiera tratar el asunto a la luz pública cristiana, como caso ejemplar y normativo. 

Ya de entrada, el Apóstol alude, quizás intencionadamente a su presente situación de «prisionero por Cristo Jesús» (1), poniendo así por delante su ejemplo personal de sacrificio por el Evangelio y sentando el tono de generosidad cristiana desde la que va a interceder por Onésimo ante su amigo Filemón.

4-7 Acción de gracias. La acostumbrada acción de gracias prepara decididamente el asunto al concentrarse en la fe, en el amor y la solidaridad, porque el asunto se va a tratar a la luz de la fe –no por intereses humanos–, y la norma suprema será el amor a Dios y a los hermanos. Así es como Filemón deberá decidir. Pablo está seguro de la buena disposición de su interlocutor, pues no en vano conoce el amor de su amigo «al Señor Jesús y a todos los consagrados» (5), del cual hace eco, se alegra y da gracias a Dios.

8-21 Autoridad de Pablo. Pablo es consciente de su autoridad apostólica para imponer una acción concreta, especialmente a un convertido suyo y que por tanto está en deuda con él: «me debes tu persona» (19). Pero Pablo sabe renunciar a sus derechos en favor de otros (cfr. 1 Cor 9), y ahora considera más eficaz el camino del amor que el de la obediencia. 

El esclavo fugitivo acogido por Pablo es hijo suyo por la conversión, pues lo «engendré en la prisión» (10), y en cuanto hijo hubiera querido retenerle junto a él por derecho de paternidad espiritual, pero el Apóstol renuncia a este derecho y devuelve al fugitivo a su dueño legal. Con él, dice enternecido, va también «mi corazón». 

Onésimo, sin embargo, ya no es el mismo de antes. Aludiendo al significado de su nombre en griego, –como típico nombre de esclavo, Onésimo significa «útil, provechoso»–, Pablo dice que si el fugitivo «antes… no te prestó ninguna utilidad… ahora será de gran provecho para ti y para mí» (11), pues si antes era un esclavo, ahora se lo devuelve como hermano en Cristo, que es lo que da al hombre y a la mujer toda su dignidad y su valor como persona humana y la convierte en un don para los demás.

Como en otros pasajes similares del Nuevo Testamento, Pablo no intenta la abolición de la esclavitud desde una perspectiva social o política, pero introduce un nuevo sistema de relación cristiana capaz de cambiar toda relación humana. Al vínculo de posesión, se sobrepone el vínculo de hermandad, que es el definitivo. Éste es el vínculo del amor que convierte a Onésimo en «hermano muy querido para mí y más aún para ti, como hombre y como cristiano» (16). Ésta fue la verdadera revolución que trajo el mensaje de Cristo, la única capaz de liberarnos de todas las esclavitudes, antiguas y modernas. Véase también los comentarios a Gál 3,23–4,11; Ef 6,1-9 y Col 3,18–4,1.

Usando de veras o fingiendo el lenguaje comercial, Pablo está dispuesto a pagar los perjuicios causados por el esclavo fugitivo, ya que ha disfrutado en la cárcel de sus servicios. Aunque en rigor Filemón, como convertido del Apóstol, es más deudor y ahora se le brinda la ocasión de saldar la deuda. 

22-25 Saludos finales. Pablo insinúa delicadamente a Filemón que seguirá personalmente el asunto, pues espera volverle a ver pronto. Podríamos decir que las cinco personas que envían saludos, están ahí, al final de la carta, como testigos del interés de toda la comunidad cristiana por la suerte del esclavo fugitivo y ahora hermano en Cristo.